✍️De Puño y Letra – Por Carlos Torres.
El batacazo de La Alianza La Liberad Avanza en las elecciones del domingo en Misiones dejaron un claro primer derrotado en términos ideológicos y metodológico, se llama Oscar Herrera Ahuad, que volvió a embanderarse de las mismas ideas perdedoras de hace 2 años atrás para hundir otra vez a la Renovación ante los verdaderos adversarios con posibilidades de arrebatarle el poder al oficialismo misionero.
Del mismo modo, no hay dudas que los electores no fueron en busca de la foto y el nombre de Diego Gabriel Hartfield para votarlo, sino que fueron para dar su apoyo al Presidente Javier Milei, la intención es acompañar las políticas que viene llevando adelante el gobierno nacional. Es decir que nuevamente, como en 2023, acá el triunfador se llama Javier Milei.
Encarar una campaña peleado con la realidad, desconociendo los datos, las estadísticas y la falta de dialogo real con la gente, dejándose llevar por las preferencias políticas personales, posiblemente también en busca de una inoportuna revancha personal, la farsante y desleal realidad que muestran los medios tradicionales solamente guiados por sus intereses pauteros, claramente llevan a un solo destino: una gran “derrota épica”.
No importa el candidato, lo que importa son las ideas. El norte hacia dónde quieren llevar sus políticas públicas los líderes.
Ese envidiable pragmatismo de la conducción política, permite relegar al Frente Renovador de los primeros lugares en la lista de perdedores.
Las elecciones del pasado domingo, indefectiblemente, les dan otra consideración a los resultados de la contienda doméstica de junio. A tal punto, que más de uno estaría a punto de revivir la experiencia de los vilipendiados “blend”, ya que a la luz de los resultados evitaron la verdadera catástrofe electoral que podría haber significado perder en la propia casa.
El candidato tuvo toda la artillería del oficialismo a su favor, los intendentes, concejales, ex candidatos, medios de comunicación, gremios estatales, los clubes de futbol, ministros, funcionarios, cooperativas, cooperadoras, escuelas, hospitales, y hasta sacó del freezer a los chalecos celestes, ex intendentes y operadores que parecían ya retirados del escenario.
Y sin dudas, OHA era el mejor candidato. Amable, sencillo, afectuoso, dispuesto a hacer todo lo necesario que marcan los manuales clásicos de la política. Y de hecho lo hizo, asistió embarazadas, atendió accidentados en la ruta, salió a tarefear , jugó al futbol, corrió en karting, peregrinó, adoptó la bici como medio de trasporte para ir a la Cámara, etc. Etc. Etc. Se dispuso a todo, incluso cuando lo que le pedían rosaba lo ridículo. A tal punto que una humilde vecina de Aristóbulo del Valle cuando le pidieron que defina a Oscar Herrera Ahuad en pocas palabras dijo sorprendida: “es un humano”.
Lo anterior, posiblemente como consecuencia de sobreactuar lo que es auténtico, verdadero, puro o legítimo.
Perdió un excelente candidato que no supo, no quiso o no lo dejaron ver las verdaderas demandas de la ciudadanía. Un dirigente que dejo que los títulos catástrofe de primera edición le marcaran la agenda, o prefirió los halagos exagerados e interesados de “los Guacurarí press”, antes que un profundo análisis sobre los replanteos que exige la sociedad a los gobernantes de turno.
Perdió Herrera Ahuad por las ideas que defiende, por la agenda que proponía llevar al Congreso, las cuales solamente podían encontrar acompañamiento entre los kirchneristas de filo golpista dispuestos y jugados a todo o nada para “frenar” a Milei. Por los carriles constitucionales, claro, lo que no significaba otra cosa que un juicio político para destituirlo lo más rápido posible.
Y no solo perdió la elección legislativa, también perdió la interna ideológica, y posiblemente la más dolorosa, la interna por la gobernación en 2027.
Su partido tiene un “plan b” y un plan “C” para la nueva inclinación ideológica predominantes en el Congreso Nacional, es solo cuestión de seguir el orden de los postulantes en la boleta que presentaron, en el hipotético caso que OHA no esté dispuesto a transitar por la vereda indicada por el soberano misionero.
¡No es el candidato, son las ideas, estúpido! Podríamos concluir como variante del famoso eslogan de campaña presidencial de Bill Clinton en 1992: «¡Es la economía, estúpido!».
