A pocos días de iniciada la campaña electoral para votar legisladores el próximo 8 de junio, parece que ninguno de los candidatos está dispuesto a contar porqué o para qué quieren representar a los ciudadanos, qué es lo que pretenden hacer si son electos, cuáles son sus proyectos, qué mirada tienen de la realidad, de lo que está pasando.
Nadie está dispuesto a dar la cara, ni siquiera para pedir el voto, quieren llegar sin tener que comprometerse a nada ante la gente. Total igual hay que ir a votar.
Lo único que hacen es generar “contenidos” para las redes que llegan únicamente a sus propias tribus, jueguito para la tribuna propia.
Se muestran lo más pitucos posibles, sonrientes, felices, como si a su alrededor no pasara nada. Como si la gente no tiene problemas para pagar los servicios a fin de mes, como si el acceso a un servicio de salud eficiente no fuera necesario, como si nadie anduviera a los saltos juntando el mango para poder pagar su alquiler.
Se hablan entre ellos, se putean, se acusan de trabajar para tal o cuál para ensuciarles las listas. Cómo si alguno de ellos fuera un extraterrestre bueno recién llegado y que comienza a escribir su historia de cero en éste planeta.
Para colmo, los que si son nobeles en el barro de la política, creen que con solo cargar con menos años encima es suficiente como para esconder que traen las mismas prácticas de sus mayores.
No se trata únicamente de señalar al más malo de todos, que por supuesto está siempre en la vereda de enfrente, o de discutir únicamente la agenda que le interesa a la política, hecha por los políticos, deberían ofrecer soluciones, o al menos intentar, mejorarle un poquito la existencia a los vecinos de los barrios, las colonias, los comerciantes, la gente que tiene que padecer filas interminables para acceder a una consulta médica o frente al cajero para sacar su plata.
Que Milei haya encontrado la vuelta en las redes para llegarle a la gente, no fue justamente mostrándose como candidato a miss simpatía. No se ganó el voto repitiendo slogans o frases sacadas de libros de auto ayuda, posando para las selfies grupales como si estuviera ingresando al paraíso. Todo lo contario, se confunden quienes creen que pueden repetir la fórmula mágica del León, que con solo “Panic Show” y motosierra es suficiente.
Deberían dejar de hablarle al algoritmo, basta de imitar escenas de revistas cristianas que muestran como se vive en el paraíso mientras la gente, con mejor suerte, que debería votarlos está atravesando el purgatorio.
Los algoritmos no votan e invertir recursos en convencer a convencidos es ficción. Hoy lo que garpa es la realidad, aunque duela, pero la pura y genuina realidad, lo demás es entretenimiento, dejarle a la gurisada que se distraiga jugando un rato a la política.
Por supuesto que es necesario el recambio generacional, pero hay que reconocer que los viejos, “los mismos de siempre”, por lo menos tenían el valor de poner la cara para versear a sus crédulos votantes.
✍️De Puño y Letra – Por Carlos Torres.