Los datos del INDEC muestran que en los últimos dos años Argentina creó 330 mil puestos de trabajo, alcanzando los 21 millones de ocupados entre formales e informales.
La transformación más llamativa es la recomposición interna del mercado: menos empleo estatal y más empleo privado, en todas sus modalidades.
El empleo público cayó 367 mil puestos, quedando en 3,3 millones de trabajadores estatales. Se trata de una contracción histórica, inédita tras más de quince años de expansión constante del sector público.
Mientras el Estado se achica, el empleo privado mantiene la curva ascendente:
Independientes (monotributistas): +510 mil, totalizando 5,7 millones.
Asalariados privados: +96 mil, llegando a 6,1 millones.
La mayor parte del empleo creado proviene del sector productivo: comercios, servicios profesionales, oficios y actividades ligadas a la economía real.
Y acá aparece un dato crucial: todo esto ocurre bajo uno de los regímenes laborales más rígidos, caros y anacrónicos de América Latina. Esto significa que la reforma laboral haría explotar de oportunidades laborales al país.
El empleo informal sumó también 43 mil trabajadores, alcanzando también 5,7 millones. Si bien sube, la variación es mucho menor en comparación con el empleo independiente y asalariado privado formal.
Se confirma que el crecimiento del empleo no está descansando solo en la informalidad, sino también en segmentos que pagan impuestos, generan actividad y sostienen al sector productivo.
21 millones de empleos y una foto que cambia la narrativa
El resultado total es contundente:
21 millones de personas trabajando en Argentina.
+330 mil empleos en dos años.
Con leyes laborales del siglo pasado.
Por eso, el dato no solo describe el presente: anticipa el futuro. Si el empleo privado pudo crecer con un marco legal hiperrestrictivo como el actual, quiere decir que con regulaciones adecuadas al contexto el empleo en Argentina directamente va a explotar.
Una reforma laboral bien hecha no es una amenaza para los trabajadores: es la condición necesaria para multiplicar oportunidades, reducir la informalidad y potenciar al sector productivo.
Primero los datos
La narrativa de la “crisis de empleo” pierde fuerza cuando se observan los números:
El empleo total crece.
El empleo público cae.
El sector privado gana peso.
La actividad se mueve incluso con un marco legal hostil a la creación de trabajo. Argentina está frente a una oportunidad histórica: si se modernizan las reglas de juego, la recuperación del empleo puede ser mucho más profunda y veloz de lo que hoy se imagina.
