“Vivimos como los animales, estamos junto con ellos compartiendo los mismos olores”, así describió la cruel realidad que vive Isabel junto a José, su pareja y padre del hijo de ambos de apenas 4 años.
La familia consiguió que les permitieran quedarse en un pequeño corral dónde conviven desde hace casi 4 meses con una vaca y varias gallinas, hasta tanto consigan reconstruir su casa.
El pasado 23 de diciembre un incendio consumió por completo la casa y lo poco que tenían, desde entonces se encuentran peregrinando en busca de ayuda sin encontrar respuestas a sus necesidades.
Con una mescla de bronca, tristeza e impotencia, José cuenta que trabaja en un aserradero ubicado justo frente al lugar donde están parando en el kilómetro 8 de Aristóbulo del Valle. Le pagan 2 mil pesos por día, “que alcanza solo para comer, con eso no podemos ni comprarnos unas ropas”, explica, como si hiciera falta justificarse para el desesperado pedido de ayuda que una vez más están haciendo.
Mientras el pequeño Ángel juega en el piso de tierra con los pedazos de lo que alguna vez pudo haber sido un juguete, su madre explica que todavía no lo pudieron enviar a la escuela, “no podemos, si todavía no tenemos paradero”.
La angustia de ésta familia parece no tener fin, la persona que les prestó el lugar por unas semanas les dio tiempo hasta el viernes para que se retiren y ahora no saben dónde van a ir a parar.
Isabel, con una esperanza inquebrantable dice, “Yo tengo esperanza, se que hay gente que tiene corazón bueno, que me pueden ayudar”.